miércoles, 30 de marzo de 2016

EXPLORADORS, AL POEMA! Entrevista con Josep Pedrals



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De entre todos los libros dedicados a la "creación" de nuevos lectores (y creadores) de poesía, uno de los que me ha parecido más interesantes es el que hoy nos ocupa. EXPLORADORS, AL POEMA!, Estrella Polar, 2014.
Lejos de puntos de partida académicos, de esos que parecen más interesados en diseccionar en sílabas, acentos primarios y secundarios y otras formas de acercarse al poema que a los más jóvenes les puede parecer ciertamente acartadonas, su autor, Josep Pedrals, ofrece un planteamiento más sugerente y lúdico, enfocado según su autor a lectores adolescentes, pero que muy bien podría adaptarse también a los últimos años de primaria. Aunque la maquetación, muy vistosa, pueda darnos la impresión de que se prima la poesía visual, la experimental, el libro apela a todo tipo de poesía y también a muy diversos aspectos de la poesía, desde los juegos con el lenguaje, la relación de la poesía con nuestras actividades cotidianas, y la comparación de otros géneros, para que comprendamos lo mucho de condensación que tiene la palabra poética. Un ejercicio continuo de experimentación que apela a la literatura en general. Y de hecho creo que es tan válido como libro para fomentar la lectura de la poesía como para invitar a escribir poesía.
Hablamos con su autor, Josep Pedrals, poeta y divulgador de la poesía, cuyo mundo podéis explorar en https://joseppedrals.wordpress.com/. y en su perfil de Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/Josep_Pedrals_i_Urd%C3%A0niz.

"Més que un manual, és un pedal", como reza en la contraportada. Toda una declaración de intenciones. ¿De dónde surge la idea del libro?

Fue una propuesta de la editora Liliana Pedro, que buscaba llenar un espacio vacío en la trayectoria educativa de los lectores, ya que existen libros para desarrollar la capacidad de leer y escribir poesía para niños y para adultos pero no había ninguno pensado para el público adolescente.

Yo acepté encantado y dimos un montón de vueltas al tema hasta encontrar la fórmula que queríamos. Fue un proceso muy laborioso pero muy satisfactorio.

Una invitación a la aventura con varias y justificadas escalas. Creo que incluso más que una guía hacia el poema es una invitación a la creatividad en general que toma al poema como excusa.

Porque la poesía aúna todas las virtudes de las artes (es musical, visual, intelectual...) y sirve de epíteto para valorarlas a todas en su inspiración.

Uno de los ejercicios invita a jugar con los diminutivos. De estos creo que se ha abusado en demasía, ¿no?, y a veces parece que sean la seña de identidad del poema para niños. Pienso en la parodia de Gloria Fuertes por Martes y 13.

El juego con los diminutivos está pensado, precisamente, para desacralizarlos: se trata de ver quien consigue añadir más sufijos a una palabra; es un concurso de exageración.
Muchos de los ejercicios intentan quitar el peso del significado, el peso semántico, para moverse por las diferentes fuerzas de la herramienta lingüística con toda libertad.

"Tesoro inexpugnable, incógnito y lejano, custodiado por guardianes. ¿No tiene la impresión de que muchas veces esos guardianes han hecho, consciente o inconscientemente, del poema algo más inexpugnable de lo que realmente es y que muchos posibles lectores han desistido del intento de franquearlo? ¿No se contribuye a agrandar el tópico de la dificultad de la poesía? ¿No cree que muchos poetas creen que el mérito de la poesía es tratar de ser oscura, de no hacerse entender?

A veces, al poeta le hace falta acotar muy bien lo que tiene que serle poesía y lo que no, siente la necesidad de fijar unos límites, desde los que ensalzar y menospreciar, imitar y desoír, sentirse cómodo y afirmarse. En esta decisión se crean torres de marfil y campos abiertos.

No querer ser un poeta fácil es una decisión arriesgada (porque puede aislar), pero totalmente lícita. El hermetismo es una opción que aparece durante el trabajo de la voz propia, de la codificación personal de la lengua de todos.

Además, ni toda la poesía debe ser para todos los públicos, ni todos los poetas tienen que tener unas mismas finalidades al escribir.

Un ejercicio invita a explicar un proceso cotidiano en pequeños episodios. Es una propuesta para reflexionar sobre cosas que hacemos casi de forma involuntaria. En este caso, cepillarse los dientes. Este ejercicio va más allá de la propia poesía. ¿Cómo sabemos qué es el poema? ¿Qué constituye el ideal del poema? Me imagino que usted mismo tendrá una respuesta personal para ello y que le concede el derecho a cada lector a tener la suya. ¿No?

El ideal del poema está en constante evolución, en perpetuo movimiento, dentro de cada persona que quiere poesía: no hay un dogma petrificado sino una bellísima constelación orgánica.

El libro, precisamente, pretende que cada uno, al final, se sienta capaz de crearse su propio ideal, de sentirse seguro en su criterio poético y en su capacidad de dudar.

Cuando alguien le dice no me gusta la poesía, ¿no le dan ganas de preguntarle a qué poesía te refieres? Parece que en la educación se escogen poemas más por su interés histórico que por la motivación hacia las edades de los niños o adolescentes.

Hoy en día, ya nadie me dice que no le gusta la poesía. No sé si es por deferencia, por miedo a que le dé la tabarra o por puro desdén. De hecho, hay que estar muy enfermo humanamente para que no te guste ningún tipo de poesía.

A mi parecer, la educación literaria tendría que ser el fundamento de la educación lingüística, es decir, que habría que basar el conocimiento de cualquier lengua en sus expresiones literarias, en los hallazgos expresivos que la osadía de la necesidad poética consigue descubrir y exhibir.

"Podemos relacionar la historia general, de todos, con nuestra vida más íntima, y decir las épicas colectivas a partir de nuestros minutos." Hay quien relaciona el yo y el nosotros con la poesía. La poesía con los sentimientos, con la biografía. Como un capricho de adolescencia que conviene abandonar de adulto. Y eso parece que estigmatiza la obra de poetas como Rubén Darío o Bécquer, por ejemplo. Nos acordamos del Darío de "La princesa está triste" en vez de retomarlo de adultos con poemas como "Lo fatal". Pocos vuelven a Darío después de la etapa escolar para preguntarse cosas como: "Juventud, ¿fue juventud la mía?".

A parte de que todos los autores sufren un estigma u otro, la pérdida de intereses en la madurez no es sólo literaria...

También hay que recordar que algunas sensibilidades se sienten cómodas fundamentalmente en los versos cándidos y canoros.

En el libro propone resumir cuentos. Por ejemplo, resume la Caperucita roja en dos versos, que traducido vendría a ser: "Una muchacha por el bosque campa, / un lobo disfrazado se la zampa." No es un mero resumen, es una recreación, que invita a reflexionar, practicándola, la concisión de la poesía y el contacto entre registros. ¿La recreación es una gran herramienta que hermana lectura y escritura, no?

La comprensión de cualquier cosa (el haber entendido algo) se demuestra, básicamente, en la capacidad de interpretarla, de expresarla de un modo nuevo o propio.
El objetivo de este ejercicio es el de discernir por cuenta propia qué es lo que importa de algún relato archiconocido y entonces demostrar esa aprehensión (que significa haber re enlazado lo leído con nuestra propia experiencia) exteriorizándola con una cierta gracia.

Otros ejercicios invitan a modificar una palabra, una letra. Decía Auden que como lectores en nuestra infancia somos aquellos que gozan poniéndole un bigote a la Gioconda. ¿Va en esta línea, pero también es una forma de constatar que el poema tiene unas palabras y no otras por algún motivo?

Exactamente, tiene doble finalidad: el cambio como libertad que ensaya novedades y el cambio como confirmación de una alteración sustancial.

Lectura silenciosa o lectura en voz alta. Imagino que el poema y el lector son muy diferentes en una y otra. Por las noches acostumbramos a leer un cuento a los niños. Rara vez un poema, como mucho un cuento en verso. ¿A qué cree que se debe? ¿Qué podría aportar el poema a ese instante de intimidad entre padres e hijos?

Supongo que el cuento infantil contiene los elementos idóneos para los varios objetivos que buscamos en la lectura de cuna: hilo narrativo sin rodeos (presentación, nudo y desenlace), personajes arquetípicos, analogías simples, actitudes ejemplares, fomento del adormilamiento...

La lectura de poesía podría aportar un montón de dinamismo a la estructuración cerebral del niño. El lirismo desbocado o la épica tremebunda abren la imaginación hacia espacios de visión más amplia y la libertad expresiva lleva al talento por la adaptación y la transformación.

¿Cuál sería en su opinión el papel de los padres en la educación poética de los hijos, como lectores y como creadores? Y se lo pregunto también más allá de los versos, ¿cómo fomentar una visión poética del mundo?

Dudo que exista una fórmula secreta para educar poéticamente. Sobretodo, si hablamos de “lo poético” en abstracto.

La paternidad es una adecuación constante a nuevas reacciones, nuevas necesidades, nuevas actitudes, y la poeticidad de cada uno aparece en su manera de actuar frente a estos retos incesantes, en la forma como pasa sus ratos con los hijos, en su modo personal de vivir en paz en el mundo y con el mundo.

De hecho, incluso hay unas poéticas (la del vacío, la soledad o el silencio) que se descubren sin padres, ni madres, ni nadie.

Y la pregunta que tal vez debiera haberle hecho al principio: ¿Cómo fue usted como niño lector, qué recuerdos tiene de esos inicios y de su evolución y cómo la necesidad de leer pasó a ser también la de escribir poesía?

Mi padre es un gran lector de filosofía y, por lo tanto, de vez en cuando dejaba la lectura en suspenso para reflexionar sobre lo leído. Yo funcionaba por imitación y leía pensando alrededor de aquello que me caía a las manos, con lo cual empecé a analizar sin querer la expresividad, la articulación...

Al percatarme de los formalismos y repetir pasajes sin finalidad alguna más allá del valor de un estribillo, se fue despertando en mí la fluidez natural de la musicalidad y el gusto por la floritura.
Por todo ello, en el mismo momento que aprendí a escribir, intenté utilizar esa nueva destreza para regalarme en lo que me gustaba.

¿Alguna recomendación bibliográfica para padres, teórica o práctica?

La Gramática de la fantasía de Gianni Rodari.



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