“Siempre decís que nuestro tiempo ha pasado y que tienen que pasar todas nuestras cosas. Es verdad. Pero tened cuidado, porque nos quedan muchas en el recuerdo”. Esta frase fue pronunciada por Ambrosio Ipuwa, uno de los guineanos octogenarios que sirvieron de informadores para los estudios sobre tradición oral de Jacint Creus y recogida por él en la introducción de su libro Identidad y conflicto. Aproximación a la tradición oral en Guinea Ecuatorial (1997). Doctor en Antropología Cultural por la Universidad de Barcelona y en Historia Contemporánea por la Universidad de París, es autor de varias recopilaciones de cuentos guineanos, aunque también ha estudiado la tradición oral catalana, con las rondalles recopilades por Joan Amades, y ha escrito un interesante libro sobre la configuración de una biblioteca escolar. Con él nos acercamos, en una mirada que se quiere comparativa, al cuento en su dimensión universal y local.
Empecemos...
“Cuando
un anciano muere en África desaparece toda una biblioteca”, reza la frase de un
autor africano contemporáneo, Amadou Hampaté Bâ. Tenemos en Europa una idea de
la cultura africana principalmente basada en la oralidad y la memoria. Como
todos los tópicos, debe tener algo de cierto y algo de mentira, ¿no?
La
idea que tienen la mayoría de europeos sobre las culturas africanas es que no
tienen ni idea. Es cierto que la mayoría de culturas africanas han basado su
transmisión en la oralidad, y que las aportaciones escritas son históricamente
cercanas a la actualidad. Lo que sucede es que a esa oralidad no le solemos dar
la importancia que tiene, igual que hacemos con nuestra propia oralidad.
¿Cree
que esa imagen de una África oral es la causante del desconocimiento de la
literatura escrita en ese continente o intervienen otros factores?
Creo
que el factor más decisivo es la persistencia en aquella ignorancia de la que
hablaba. También, que la producción africana que se tiene al alcance es muy
limitada. Y que la única literatura africana que se publica aquí es la que está
escrita en lenguas europeas.
¿Y
cómo nos conocen ellos a nosotros? ¿Nos creen demasiado letrados?
No
puede existir una sola forma de percibirnos. En cualquier caso, la presión
cultural occidental produce una autoculpabilización de muchos africanos, que
llegan a creerse inferiores, entre otras causas, por la falta de una tradición
escrita. En cualquier caso, que la cultura europea se fundamente en la
escritura es una opinión, no una certeza.
El
ámbito en el que se ha movido más usted es en el de la literatura de Guinea
Ecuatorial, la “Guinea española”, para entendernos. Imagino que debe haber un
choque entre las tradiciones vernáculas y la cultura adoptada con la lengua,
cuando se elige este idioma para transmitirlas. ¿También pérdida o
transformación de la identidad colectiva?
En
toda África el colonialismo se ha planteado como un “acto civilizatorio” que
implica “dejar de ser”. La pérdida de la lengua y el retroceso de la
transmisión oral son factores mayores en el proceso de pérdida de identidad que
se persigue. Dicho de otra forma: el colonialismo no ha terminado y el objetivo
de sustitución cultural persiste. De todos modos, la situación actual es muy
diversa y depende de cada escenario.
En
las primeras páginas de Identidad y conflicto me parecen entrañables, a
la par que inquietantes, los testimonios de dos de sus informantes
octogenarios. Una no da mucha importancia a sus palabras, pero al mismo tiempo
considera que deben tener algo de valor. El otro advierte que lo ha perdido
todo pero que hay que tener cuidado porque aún conserva recuerdos. Pasados ya
unos años, ¿siguen vigentes esas palabras?
Es
que en África la palabra se asocia a un poder, a una fuerza vital que actúa en
relación a los demás. Aquellos octogenarios han muerto ya, pero lo que me
dijeron y lo que no me dijeron se reproduce en cada sociedad: no muere, sino
que cambia, se adapta a las nuevas circunstancias con tanta fuerza como la de
la cultura occidental: África no es pobre, es rica en esa fuerza que tiene la
palabra en cada lugar.
El
problema de la oralidad no está en su recopilación sino en su estudio, su
interpretación, que debe tener como puntos de partida y de llegada a cada
sociedad. Siendo la literatura oral tan bastarda, y partiendo de estructuras
narrativas universales (= lógicas), el esfuerzo del académico debería centrarse
en señalar las diferencias e intentar dar respuesta al por qué dichas
diferencias se producen, qué situaciones sociales (= cambiantes) reflejan. La
recopilación no es más que un primer paso, y no creo que haya que dar más
importancia a las coincidencias ni a las disparidades, fuera de su contexto
flotante.
Aquí
en Europa los cuentos están muy presentes en los primeros años de la
escolaridad, más los universales que los más locales. ¿Cómo se insertan los
cuentos en la escuela? ¿Cómo son las interacciones alumnos/profesor en el aula?
En
Europa ha habido también un proceso de “dejar de ser” ejecutado por la
“modernidad”. Es un proceso más acabado que en África (salvando las
particularidades que se encuentren) y que ha arrastrado tanto a la literatura
oral como a las formas “tradicionales” de educación. Cuando algo –un cuento o
una forma de educar– se define como “universal” significa que ha pasado a mejor
vida: la vida es de todos, pero también de cada uno.
Aquí
también hay una imagen generalizada del cuento en casa, con el padre o la madre
leyendo al pie de la cama y de noche, como ritual antes de dormir. ¿En África
también? ¿Cómo se vive ese momento?
Es
que el cuento cobra todo su sentido cuando se da en el ámbito familiar. Sucede
como con las lenguas: desaparecen cuando dejan de hablarse en casa. En África,
en general, el sentido de la privacidad es muy poco rígido y la imagen
correspondiente sería contar cuentos por la noche junto al fuego. Ambas
imágenes son una sublimación de la realidad, que es mucho más rica: un cuento
se cuenta cuando a alguien le apetece. Más grave me parece pensar que cada
cuento tiene su “lección”, porque las funciones de la literatura oral son
múltiples y la principal es la didáctica sino la lúdica: pasárselo bien,
dormirse…
Y
las abuelas... Otro miembro familiar asociado al contar cuentos. El prototipo
de narradora paciente que los niños escuchan con atención y maravilla. Los
abuelos han cobrado con la crisis un protagonismo mayor en Europa pues en
ocasiones es la persona de la familia a la que más veces a la semana ven los
niños. ¿Esto puede cambiar la relación de nuestros hijos con el cuento? En
África parece que hay incluso una veneración mayor por los ancianos y las
historias que cuentan ¿no?
La
relación de las personas con el cuento no depende tanto de quién narra, sino de
qué sentido pueda tener para el que escucha. En este sentido, la narración
individualizada y la colectiva se complementan: porque todos sentimos la
necesidad de que nos cuenten historias: por eso vemos la televisión, porque no
deja de contar historias; y por eso no nos gusta el cine pornográfico: porque
en él la historia se minimiza.
No
parece que existan los niños universales, pero sí que hay temas, ambientes y
personajes que se repiten con mayor o menor variedad en culturas muy distantes,
como demuestra la extensa compilación de Aarne-Thompson-Uther de los cuentos
populares o las funciones de Propp sobre el cuento maravilloso. ¿A qué se debe
esa universalidad, si es que existe? ¿Para qué sirve el cuento?
Propp
es un escritor magnífico, que parece haber dado con la estructura del cuento
maravilloso. Pero eso es como decir que cualquier historia se compone de
planteamiento – nudo – desenlace. También podríamos decir que es un universal,
pero ello no quita valor ni causa mayores coincidencias entre una novela de un
autor A y un autor B. ¿Cuántas coincidencias encontraríamos entre, por ejemplo,
historias de amor distintas? Lo importante no son las coincidencias, sino que
la literatura oral –que contiene mucho más que texto– ayude a modelar y a
consolidar nuestro espíritu, nuestra experiencia como personas. El cuento ayuda
a comprender, a valorar nuestro derecho a ser libres. No nos manipula, no nos
enseña a olvidar ni a esquivar los obstáculos.
É…rase
una vez... ¿Cómo empiezan los cuentos africanos?
Cada
lengua tiene su fórmula, siempre corta y siempre fija, para llamar la atención
sobre el inicio de un cuento. Es como una señal de que en aquella sociedad se
ha interiorizado que lo que vendrá después de dicha fórmula va a ser
interesante, aunque se trate de un cuento repetido mil veces. Olvidaremos casi
todas las historias que leamos, escuchemos o veamos a lo largo de nuestra vida,
pero jamás olvidaremos a Caperucita Roja: algo así afirmaba Stahl, el editor de
Perrault.
Buena
parte de los cuentos del folclore popular, allí y aquí, se basan en la aventura
de hacerse mayor representado en un viaje de ida y vuelta del hogar familiar
después de superar una serie de experiencias por el camino. ¿Esta idea es
similar entre los cuentos europeos y los africanos, y cómo se refleja el hecho
de que por edad los niños llegan antes a la edad adulta, son antes esposos,
padres, abuelos...?
La
idea del viaje existe también en la literatura escrita, y existe desde siempre.
¿Qué es, si no, la Odisea, o el Quijote? La aventura de hacerse mayor interesa
siempre a los niños, porque todos ellos se están haciendo mayores (igual que
nosotros) y todos ellos se enfrentan a monstruos, a obstáculos, al miedo, a la
soledad (igual que nosotros). El cuento es también algo que tranquiliza sin
esconder ni edulcorar la importancia del obstáculo o la dificultad en
superarlo. Es algo que no interesa sólo a los niños, sino a todas las personas.
No hay trampa, a no ser que se introduzca de una forma paternalista. En cuanto
a la prolongación de la edad infantil/adolescente en las sociedades
occidentales, creo que se debe a un proceso de separación entre educación y
realidad, la negación de tener que enfrentarse a responsabilidades.
Caperucita Roja, grabado de Gustavo Doré |
Uno
de los primeros pasos es el adentrarse (Caperucita, por ejemplo) en un bosque,
o ser abandonados allí por los padres (Hansel y Gretel). El pintor Max Ernst
decía que las razones del misterio de un bosque procedían de su condición de
ser al mismo tiempo un recinto visto como cerrado pero abierto, al aire libre.
¿Cómo se produce esa entrada en el bosque en los cuentos africanos? Imagino que
varía bastante si la que se adentra es una niña.
El
abandono del hogar, espacio que uno domina, significa tener que enfrentarse
solo a cualquier problema. Pasar de un espacio dominado a un espacio extraño es
un elemento narrativo significativo. En el cuento africano el bosque puede ser
sustituido por elementos equivalentes (el desierto, la sabana…), pero siempre
debe tratarse de un espacio ajeno a la experiencia habitual del público. En
África, pues, el proceso iniciático se refleja en los cuentos igual que en
Europa y no hay diferencia entre sexos. Las sociedades africanas
“tradicionales” han sido mucho más respetuosas con la mujer que sus
equivalentes europeas.
En
su camino, el protagonista entra en contacto con objetos mágicos y con fuerzas
sobrenaturales. ¿Qué función tienen estos objetos y seres externos en la
cuentÌstica universal?
No
son externos: son objetos y seres que representan un conocimiento añadido que
ayuda en la lucha por la supervivencia. Representan a nuestros padres, a
nuestros abuelos, a nuestros maestros (si son buenos), a nuestros amigos… Sin
ellos, tampoco nos podemos enfrentar solos a la experiencia de la vida, que es
un crecimiento continuo.
En
unos cuentos animales y personas se mezclan y en otros, como las fábulas, los
animales nos sustituyen. Aunque imagino que hay similitudes de esa relación en
los cuentos africanos con los europeos, ¿sería un falso tópico pensar que en
África tienen un carácter más sagrado?
La
utilización de animales en los cuentos es un fenómeno de sustitución con el fin
de exagerar determinados comportamientos. Es cierto que una misma historia,
como en Europa, puede tener funciones distintas según las circunstancias. El
gran tópico es pensar en las sociedades africanas como “extrañas”.
¿Qué
clase de monstruos, ogros y otros seres fabulosos desfilan por la cuentística
africana? ¿Dónde habitan?
Serpientes
de varias cabezas, fantasmas, personas de aspecto desagradable… que habitan en
lugares más extraños aún que el bosque en que se suele desarrollar la acción.
Cada sociedad tiene su infierno.
Con
gran frecuencia, los protagonistas sortean los obstáculos a través de la
astucia y del engaño. ¿No le parece que a los niños les estamos acostumbrando a
la relación estrecha entre el triunfo y la mentira?
La
astucia es una virtud y el engaño un pecado. Todas las monedas tienen dos
caras. Cualquier otra posibilidad es un engaño sobre la vida.
En
la década de 1990 se puso de moda la idea de lo políticamente correcto que
desembocó en 1994 en una célebre obra de James Finn Garner, Cuentos
infantiles políticamente correctos, que parodiaba esta corriente. ¿Hay
mucha ideología y mucho lenguaje cargado de prejuicios e ideas preconcebidas en
los cuentos? ¿Llegó lo políticamente correcto a África?
A
África ha llegado toda la estupidez europea, sin excepción. La idea de un mundo
sin violencia o sin problemas es sólo burguesa.
Los
cuentos populares han sufrido muchas versiones. Una de las principales fue
añadir postizos de final feliz a historias que generalmente no acababan bien
para los protagonistas, engullidos por el lobo o por otro animal salvaje. Y así
aparecían soluciones por la que los protagonistas eran rescatados por un
cazador que pasaba por allí, por un sortilegio, etc. ¿Qué es lo más versionado
en los cuentos africanos?
No
entiendo por qué esos finales felices deban ser “postizos”: no tiene sentido
que un cuento no termine bien, porque también tiene una función de sosiego y de
reafirmación. Otra cosa es suponer que no deban existir escenas de “violencia”,
eliminadas sistemáticamente en esos cuentos políticamente correctos. Lo que sí
es cierto es que la oralidad implica versionar, lo cual puede conllevar una
manipulación. Cualquier manipulación es al mismo tiempo legítima y
significativa; en este caso, de un tipo de educación que los adultos fabricamos
para nuestros niños. El caso es que la diferencia entre mayores y pequeños no
es tan significativa, en las sociedades africanas, para los relatos orales,
como el nivel de profundidad en la interpretación.
“Y
vivieron felices/y comieron perdices” “Y colorín colorado/este cuento se ha
acabado” “I vet aquí un gos i vet aquí un gat/ aquest conte s'ha acabat”. Un
pareado corona el final de los cuentos. La poesía también aparece en forma de
estribillos, cantinelas, en medio de los cuentos. ¿Tiene que ver con una manera
de implicar al público en el desarrollo de la narración, un momento para cantar/contar
juntos?
Como
también los gestos, los cambios de voz, las escenificaciones… En literatura
oral, que hoy se entiende como un arte total, la interactuación es constante,
incluso cuando se trata de textos sagrados o rituales.
Parece
que los cuentos africanos van más allá de estos finales y junto al regreso al
hogar se invoca a la danza como remate. ¿Eso se traduce en espectáculos con
música y danza como algo obligatorio?
Sólo
en momentos concretos, que suelen ser
ritualizados.
Usted
también ha dedicado su tiempo a las rondalles catalanas, al gran
compilador de estas, Joan Amades, además de escribir artículos y libros sobre
las bibliotecas escolares y cómo configurarlas. A grandes rasgos, ¿cómo cree
que deberíamos crear, incrementar y mantener esa biblioteca en la escuela o en
casa, y cómo equilibrar la presencia del patrimonio local con el universal?
Evidentemente,
la organización de una biblioteca escolar deber ser en función del tipo de
trabajo y de la metodología utilizada. Siempre he mantenido la posición de
centralizar en la biblioteca todo el fondo documental disponible para
convertirla en “el” centro de documentación y de trabajo escolar. Por otra
parte, no hay patrimonio local que no sea universal: cualquier patrimonio no és
más que un legado que hemos recibido.
¿Qué
sugerencias bibliográficas o contactos con asociaciones y personas dedicadas al
tema daría a los padres interesados en los cuentos africanos?
La
sugerencia que se me ocurre es que valoren sobre todo su propia experiencia,
sus propios conocimientos. Quizás nos hemos olvidado de contar a nuestros hijos
quiénes somos y de dónde venimos.
Cuando en africa muere un anciano,muere una biblioteca entera. Creo que es una frase llena de contenido y que aquí muchas de nuestras bibliotecas y ancianos no reciben el reconocimiento por el valor que tienen. Me ha gustado mucho la conversacion! Sobre las transformaciones o adaptaciones de cuentos tradicionales,en busca de finales alternos personalmente soy partidaria,me gustan los cuentos originales y sus significados escondidos, y creo que permitir que el lobo (aunque haya que tenerle siempre respeto)algun dia no sea tan malo puede formar parte del juego y si encima es una loba la que se implica mejor.
ResponderEliminarY pensando en adentrarse en el bosque,la sabana o el desierto...ahora los escenarios tambien cambian considerablemente... el depredador escribe oculto tras un teclado y la entrada al bosque quizas... una musiquita de inicio de un dispositivo cualquiera.
Felicidades!!