En sus libros queda claro que la educación es responsabilidad de muchos
agentes, que pueden cooperar entre sí. Para ayudar en esa cooperación, usted promueve,
con la colaboración de la Diputación de Barcelona, los llamados Espacios de
Debate Educativo, una suerte de encuentros de familias, instituciones,
policías, pediatras y cualquiera que quiera contribuir en el ámbito de una
localidad o municipio concretos. ¿Cómo se desarrollan esas sesiones? ¿Cuáles
son los temas recurrentes de esos encuentros?
Estos
encuentros se llevan a cabo en un espacio del municipio, raras veces en un
centro educativo concreto, una vez por mes, en la franja horaria que el grupo
decide. Se trata de un debate, no de charlas, se evita la persona experta para
poder compartir puntos de vista, necesidades detectadas en los diferentes
espacios, oportunidades, dificultades, discrepancias… para llegar a una línea
en común que pueda ser aceptada y aceptable para todos, lo que no implica
exigencia para nadie pero sí un enfoque compartido. Una vez se ha debatido a nivel de enfoque, de
concepto, para poder hablar con un lenguaje en común, se mira cómo se concreta
con orientaciones o sugerencias educativas pensando en la población de 0 a 18
años, para que pueda implicar desde la escuela infantil hasta secundaria.
La temática
igualmente la decide el grupo y entre las más recurrentes: el proceso de
aprendizaje y adquisición de la autonomía (tipos de autonomía: funcional,
afectiva, relacional), sus implicaciones, repercusiones y posibles
adquisiciones según edad: el rol adulto: el debate entre autoridad y
afectividad, las normas, limites…; el uso de la tecnología, convivencia…
Otra iniciativa que usted ha divulgado y promovido es la de las escuelas
de padres, otro espacio de debate en el que las familias hablan entre sí con
ayuda de un moderador, principalmente un psicólogo. ¿De dónde surgen las
escuelas de padres? ¿Cuál es la historia del concepto?
Ha surgido de
los medios de comunicación y muchas ideas recurrentes por parte de
profesionales con la idea de que “las familias no saben educar y deben asistir
a la escuela”. Desde mi punto de vista es un enfoque erróneo aunque en
programas de radio e incluso por parte de editoriales es una idea que aún perdura
así como de las propios AMPA y centros educativos. Los espacios de debate
educativo son la alternativa. Por ello en el momento en que me solicitan
participar en alguna de estas actividades procuro favorecer al máximo el debate
a partir de preguntas, compartir ideas, favorecer que se expongan dudas para
poder compartirlas con el grupo participante y que de alguna manera puedan
surgir ideas y experiencias por parte de otras familias que puedan servir de
reflexión y de referencia.
Algunos padres, aun reconociendo el
interés que pudieran tener las escuelas de padres, se muestran reticentes al concepto
de “escuela”, como si se les estuviera examinando, cuestionando su labor de
padres. Otros sí deciden participar pero les da reparo acudir en pareja, por no
entrar en contradicciones y otros motivos. ¿Entiende estas inquietudes?
Evidentemente comprendo estas reticencias porque también las
comparto y, de alguna manera, en los casos en que participo de alguna de ellas,
es la primera pregunta que les planteo. Creo que es un mal inicio y ha generado
más sentimientos de culpa que no realmente participación. Vale la pena participar en pareja ya que no
se trata de contradicciones, ni de evidenciar razones o errores, sino de buscar
matices ya que las propias contradicciones se darán en el seno del grupo
familiar y mejor poderlas compartir.
En todo caso, entiendo que la principal relación educativa es la que se
mantiene entre familia y escuela. A veces la familia tiene la impresión de que
el profesorado le exige cosas, por ejemplo, pidiendo más atención a los límites
o el tema de los deberes, que algunos padres sienten como una interferencia en
el tiempo familiar. ¿Usted también lo ve como interferencias?
Debido a la
cantidad de actividades que realizan las criaturas desde las primeras edades es
importante que también haya participación por parte de profesionales de estas
actividades ya que es otro contexto muy interesante y educativo en el que no
hay interferencia de los rendimientos escolares. Ciertamente hay un debate
sobre las exigencias de la escuela a las familias y es importante que no haya
un secuestro del tiempo familiar para realizar tareas escolares ya que las
criaturas son personas que deben tener otro tipo de vida además de la vida
escolar. También es importante que en el
contexto familiar se eduque a las criaturas para comprender que cuando están en
el centro educativo, en la calle… hay unas pautas socializadoras que hay que
respetar a fin de favorecer la convivencia.
En este sentido se hablaría de respeto al espacio común, a las personas,
saber estar y comportarse según los lugares ya que lógicamente en la familia
hay más flexibilidad, más libertad. Igualmente
sería propio de la familia favorecer el aprendizaje de la organización
doméstica y de los aspectos diarios que van a favorecer finalmente del propio
aprendizaje escolar.
Por su parte el profesorado a veces
siente la injerencia de las familias, en cuanto a disciplina, tratamiento de
algunos conflictos o inquietudes del tipo “mi hijo sabe contar hasta 100 y
usted le está enseñando hasta el 5”. ¿Cómo debe canalizar un padre sus
inquietudes en relación a lo que pasa en el aula?
El ejemplo que
propone está más vinculado al aprendizaje escolar y académico que no al proceso
educativo. Lo que sería de desear es compartir los aspectos que deben favorecer
la madurez de las criaturas tanto en la infancia como en la adolescencia. Es
posible que el tratamiento de los conflictos o las pautas de comportamiento sea
diferente en la familia y en la escuela ya que en la escuela hay 25 criaturas
en la misma aula y en el conjunto del centro educativo estamos hablando de
centenares de personas. Es fundamental que las criaturas entiendan este
contexto diferente lo que no debería ser contradictorio con una línea educativa
de unos y otros. Tampoco se trata de que
la escuela haga clases tan personalizadas con los aprendizajes ya adquiridos de
cada una de las criaturas y el hecho de que no se exijan no quiere decir que se
pierdan ni que no hagan otros aprendizajes tan importantes o más que los que
llevan de casa.
La presencia de los padres en el
colegio se articula principalmente con el AMPA, que cumple diversas funciones
según el colegio. ¿Qué debe hacer el AMPA y qué no?
Pregunta muy compleja pero de alguna manera sintetizando es
de desear que el AMPA no sea sólo una empresa que organice actividades
extraescolares o de apoyo a las fiestas o en alguna actividad sino que pueda
haber un debate pedagógico compartido y que se busquen maneras de colaborar que
no sea sesgada o excluyente y que a la vez no comporte dificultades tanto de
formación, horarias o culturales.
El AMPA en muchos colegios se encarga
de gestionar las extraescolares. Algunos padres apuntan a sus hijos casi como
una acogida, ligada a los problemas de conciliación laboral. ¿No sería mejor
que en vez del AMPA escogiera esas actividades un equipo más especializado que
le diera mayor contenido educativo?
El tema que plantea tiene evidentemente connotaciones
económicas y puede haber familias que puedan realizar esta actividad de manera
muy competente pero sería mejor buscar personas que no puedan estar
condicionadas por los vínculos afectivos con las criaturas. Ciertamente hay un problema en relación a los
horarios laborales como se ha dado en todas las épocas y difícilmente se puede
pensar que la sociedad asuma los horarios escolares. El transporte público, espectáculos,
servicios y muchas actividades precisamente se llevan a cabo en horarios de
tarde, noche o mediodía por lo que las personas que realizan estos trabajos deben
poder tener alguna alternativa para favorecer la educación de sus hijos y su cuidado
en horario fuera de la escuela.
También hay otra visión de las
extraescolares vinculada a una percepción de que algunas disciplinas deberían
estar más integradas en el currículum educativo: los idiomas a edades más
tempranas, la música, la danza… Algunos colegios a la hora de venderse a nuevas
familias en jornadas de puertas abiertas priman precisamente estas enseñanzas. Entiendo
que usted aconseja otros criterios educativos a la hora de escoger una nueva
escuela, ¿no?
Consideramos que las seis horas que se hacen en la escuela
constituyen el horario suficiente para una criatura y es muy poco adecuado
hacer más actividades que exijan atención y un esfuerzo intelectual más allá
del horario escolar. También es cierto que en las horas de escuela no se pueden
hacer, con una cierta profundidad, algunas actividades altamente educativas y
necesarias para el desarrollo infantil como pueden ser: la actividad física,
deporte, actividad musical, canto coral, teatro, actividades artísticas y
gráficas, juego y un largo etc.
Algunas de ellas
pueden hacerse en el contexto familiar pero en el momento en que se busca una
situación en la que participen otras criaturas se favorece una socialización
más amplia no condicionada por rendimientos escolares sino que permite
compartir intereses y aficiones y descubrir otra realidad, hecho altamente
educativo ya que genera vínculos diferenciales de los escolares.
Por ello la elección de centro educativo creo debería
centrarse más en las relaciones que puedan establecerse, la metodología que
pueda ser participativa, cómo se generan motivos de intereses para aprender,
más que con nuevos reclamos que seduzcan a las familias.
A veces el ansia de los padres porque
la escuela no enseña lo suficiente se traduce en las prisas por suplir esas
posibles carencias desde casa. ¿La familia también ha de transmitir contenidos
y procedimientos o es mejor que centre sus fuerzas en los hábitos?
No tiene
ningún sentido reforzar la idea de los aprendizajes escolares porque puede
finalmente transmitir a los hijos que sus padres valoran más los que saben que lo
que son. Lógicamente se pueden transmitir y se deben transmitir aficiones,
aspectos culturales, interés por la música, por la cultura propia, familiares,
así como la cultura del contexto en el que se vive. La familia puede sin duda
favorecer el aprendizaje de los aspectos necesarios para la vida cotidiana:
compra, cocina, economía, cuestiones
domésticas, formularios, buscar trabajo, biblioteca, museos… ya que hay un
sinfín de conocimientos que la escuela no puede transmitir de forma
sistemática. Finalmente si se focaliza en saber de las criaturas en el
aprendizaje escolar parece que es más para lucimiento de la familia que por
interés y comprensión de las criaturas.
Veo en sus textos que la educación familiar
debiera ser un equilibrio entre autoridad y afecto, donde ni autoridad es
autoritarismo ni afecto es coleguismo. ¿Cree cierta la percepción de que hoy
hay padres con mayor tacto?
No entiendo mucho el significado de un “mayor tacto”. Ciertamente
si pensamos en el sentido de las palabras la autoridad es imprescindible para
ofrecer seguridad y en muchos casos será la garantía para que la criatura siga
el proceso educativo y no esté sometida a sus deseos, intereses o
dificultades. Precisamente por el amor
es preciso mantener esta autoridad. Por otra parte, el afecto no es
sobreprotección ni simetría ni coleguismo que es propio de las amistades.
Con las criaturas, por lo tanto, hay afecto, aceptación y un
amor que permite establecer vínculos y la autoridad debe ser amable pero con
serenidad y constancia.
¿Y más informados? ¿O cree que tanta
información contribuye a la desinformación?
Cuando se recibe información si hay análisis no deberíamos
hablar de exceso de información. La desinformación se da en el momento en el
que vamos aceptando cada una de las nuevas aportaciones sin que haya una
reflexión y no se haga una comparación con la realidad. La educación es un
proceso de larga duración y cualquier decisión debe tomarse valorando no sólo las
repercusiones inmediatas sino también las de medio y largo plazo.
Howard Gardner, el teórico de las
inteligencias múltiples, dijo en una entrevista que “las madres ayudan a
proteger al niño del mundo y los padres a conquistarlo”. Hay quien opina que el
nuevo modelo de padre se acerca a la idea tradicional de la madre. ¿Cree que
madre y padre tienen el mismo papel educativo?
Esa mirada de Gardner es anacrónica ya que las madres
obviamente favorecen la adaptación al mundo y no es el rol masculino adicional
de la conquista como si estuviéramos en la Edad de Piedra. Uno de los problemas
que provocan desinformación es precisamente asumir frases lapidarias como si
fueran verdades permanentes y estáticas. Estamos en una sociedad diferente
tanto por la formación de hombres y mujeres como por las categorías
profesionales, los roles que van modificándose porque se ha constatado la desigualdad
anterior fruto de una mirada sesgada del rol de cada sexo.
Cuidar a las personas no es patrimonio femenino y abrir
caminos no es patrimonio masculino, de aquí que es importante que veamos que el
papel educativo es idéntico en uno ya que se trata de modelos de personas adultas
que sabe adaptarse. Afortunadamente es evidente que la afectividad masculina y
la autoridad no son patrimonio masculino.
Unos miembros de la familia que han
cambiado su rol son los abuelos. En muchos casos ha desaparecido la idea de la
visita a los abuelos como algo especial, con baúles llenos de recuerdos y
álbumes familiares y cuentos contados al calor del fuego. Hoy muchos abuelos
son el principal familiar que se ocupa de los niños, de llevarlos y recogerlos,
de darles de comer y merendar, de llevarles al parque o a la biblioteca. Usted,
que ha dedicado libros a este tema, es muy crítica con el uso y abuso de este
rol por parte de nietos y padres…
Ciertamente ha
cambiado el rol de los abuelos entre otros motivos porque hay mayor longevidad,
mayor calidad de vida y, por tanto, mayores oportunidades para poder vivir esta
etapa de la vida en condiciones y no tanto anclados en la casa familiar de la
que apenas salían.
No se trata de
olvidar los recuerdos que tiene la memoria familiar a partir de la experiencia
de todas las generaciones ni tampoco se trata de minimizar las historias que
los abuelos puedan explicar tanto de su infancia como de sus experiencias. Precisamente
con muchas de las prácticas actuales se está invisibilizando este rol propio de
la llamada generación mayor en el momento en que se le exige que asuman el rol
educativo de aprendizaje control y exigencias de la vida cotidiana.
La etapa de la
vejez debería vivirse de forma satisfactoria y en el caso de desear cuidar de
los nietos podría ser una alternativa siempre que no haya más exigencia y por
tanto crítica de la manera en cómo la realizan. Igualmente deberían
considerarse las necesidades tanto de salud como de socialización y culturales
que tiene la generación mayor porque en muchos casos hay una exagerada presión
para atender las necesidades de los nietos y no se considera el cansancio y que
en el momento en que los nietos han crecido han perdido muchas oportunidades.
Igualmente en
el caso de cuidarse de los nietos debe garantizarse su colaboración y sobre
todo el respeto y la consideración hacia los acuerdos y sus necesidades.
El respeto y
agradecimiento de los hijos hacia sus padres es otro de los factores relevante
en este sentido.
Debido
asimismo a las ofertas sociales es importante garantizar que los abuelos
dispongan de tiempo para poder realizar actividades de ocio grandes y la
relación que les puedan ser satisfactorias para su calidad de vida y para
mantener todos sus recursos y su vitalidad.
Me gusta mucho una imagen suya de que
educar es una continua lluvia fina. Todos los padres hemos tenido tormentas
torrenciales y arrepentimientos. ¿Usted en lo personal ha tenido esos
sentimientos de duda, de arrepentimientos y se ha dicho “y pensar que yo
escribo y hablo sobre esto”?
Evidentemente, escribir sobre un tema favorece la reflexión y
favorece muchos momentos y exige un análisis con el máximo de profundidad y
honestidad sobre lo que se habla especialmente cuando no se trata de una novela
o de una fantasía sino de un tema tan importante como la educación.
Precisamente por esto rehúyo de dar lecciones y de frases
contundentes como si fueran verdades absolutas. Mi punto de vista parte de mis
propias dudas, tanto como maestra por los años que he ejercido en todas las etapas
educativas, como personales, derivados del día a día, de los debates realizados
con diferentes profesionales, trabajos en grupo, análisis, dudas propias,
certezas y posiblemente por una cierta perspectiva que te dan las experiencias.
De aquí que creo que hay que respetar al máximo a las criaturas y adolescentes
y jóvenes porque la educación es un acompañamiento y no sobreprotección, es
respeto, es ofrecer criterios y mostrar una propia práctica de vida para que
puedan tomar sus decisiones con libertad. No es anticiparse sino estar a su
disposición pero con el respeto propio que merecen por ser personas diferentes
que tienen el derecho de vivir su vida de acuerdo o no a los criterios
familiares.
Vivir no es tener
certezas si quieres estar en este mundo abierto a la realidad y tratar de tomar
decisiones de acuerdo con las creencias navegando en un mar de dudas y
procurando revisar sin angustias con el mínimo de culpabilidades para poder
continuar tomando decisiones y abriendo camino.