jueves, 26 de octubre de 2017

FAMILIA Y ESCUELA: CONVERSACIÓN CON MARIA JESÚS COMELLAS

Hace tiempo tuve la oportunidad de traducir del catalán un interesante libro titulado Educar no es tan difícil como creemos (Lectio, 2016), de Mª Jesús Comellas. De amplio currículum en temas educativos, doctora en psicología, profesora emérita de Ciencias de la Educación de la UAB y directora del grupo de trabajo GRODE de esta universidad, ha tenido una coherente trayectoria como divulgadora y asesora de familias, escuelas y la comunidad educativa en general, tanto con sus libros, sus conferencias y entrevistas, como en los encuentros educativos que organiza. Aunque evite dar recetas, sus palabras son una importantísima referencia a la hora de hablar de las relaciones entre familia y escuela y la educación en general, que lleva a la práctica con los llamados Espacios de Debate Educativo en los que, bajo su dirección y el amparo de la Diputación de Barcelona, propicia el encuentro de toda una comunidad local y sus agentes para debatir sobre diversos temas que afectan educativamente a esa comunidad.




En sus libros queda claro que la educación es responsabilidad de muchos agentes, que pueden cooperar entre sí. Para ayudar en esa cooperación, usted promueve, con la colaboración de la Diputación de Barcelona, los llamados Espacios de Debate Educativo, una suerte de encuentros de familias, instituciones, policías, pediatras y cualquiera que quiera contribuir en el ámbito de una localidad o municipio concretos. ¿Cómo se desarrollan esas sesiones? ¿Cuáles son los temas recurrentes de esos encuentros?

Estos encuentros se llevan a cabo en un espacio del municipio, raras veces en un centro educativo concreto, una vez por mes, en la franja horaria que el grupo decide. Se trata de un debate, no de charlas, se evita la persona experta para poder compartir puntos de vista, necesidades detectadas en los diferentes espacios, oportunidades, dificultades, discrepancias… para llegar a una línea en común que pueda ser aceptada y aceptable para todos, lo que no implica exigencia para nadie pero sí un enfoque compartido.  Una vez se ha debatido a nivel de enfoque, de concepto, para poder hablar con un lenguaje en común, se mira cómo se concreta con orientaciones o sugerencias educativas pensando en la población de 0 a 18 años, para que pueda implicar desde la escuela infantil hasta secundaria.
La temática igualmente la decide el grupo y entre las más recurrentes: el proceso de aprendizaje y adquisición de la autonomía (tipos de autonomía: funcional, afectiva, relacional), sus implicaciones, repercusiones y posibles adquisiciones según edad: el rol adulto: el debate entre autoridad y afectividad, las normas, limites…; el uso de la tecnología, convivencia…



Otra iniciativa que usted ha divulgado y promovido es la de las escuelas de padres, otro espacio de debate en el que las familias hablan entre sí con ayuda de un moderador, principalmente un psicólogo. ¿De dónde surgen las escuelas de padres? ¿Cuál es la historia del concepto?

Ha surgido de los medios de comunicación y muchas ideas recurrentes por parte de profesionales con la idea de que “las familias no saben educar y deben asistir a la escuela”. Desde mi punto de vista es un enfoque erróneo aunque en programas de radio e incluso por parte de editoriales es una idea que aún perdura así como de las propios AMPA y centros educativos. Los espacios de debate educativo son la alternativa. Por ello en el momento en que me solicitan participar en alguna de estas actividades procuro favorecer al máximo el debate a partir de preguntas, compartir ideas, favorecer que se expongan dudas para poder compartirlas con el grupo participante y que de alguna manera puedan surgir ideas y experiencias por parte de otras familias que puedan servir de reflexión y de referencia.

Algunos padres, aun reconociendo el interés que pudieran tener las escuelas de padres, se muestran reticentes al concepto de “escuela”, como si se les estuviera examinando, cuestionando su labor de padres. Otros sí deciden participar pero les da reparo acudir en pareja, por no entrar en contradicciones y otros motivos. ¿Entiende estas inquietudes?

Evidentemente comprendo estas reticencias porque también las comparto y, de alguna manera, en los casos en que participo de alguna de ellas, es la primera pregunta que les planteo. Creo que es un mal inicio y ha generado más sentimientos de culpa que no realmente participación.  Vale la pena participar en pareja ya que no se trata de contradicciones, ni de evidenciar razones o errores, sino de buscar matices ya que las propias contradicciones se darán en el seno del grupo familiar y mejor poderlas compartir.

En todo caso, entiendo que la principal relación educativa es la que se mantiene entre familia y escuela. A veces la familia tiene la impresión de que el profesorado le exige cosas, por ejemplo, pidiendo más atención a los límites o el tema de los deberes, que algunos padres sienten como una interferencia en el tiempo familiar. ¿Usted también lo ve como interferencias?

Debido a la cantidad de actividades que realizan las criaturas desde las primeras edades es importante que también haya participación por parte de profesionales de estas actividades ya que es otro contexto muy interesante y educativo en el que no hay interferencia de los rendimientos escolares. Ciertamente hay un debate sobre las exigencias de la escuela a las familias y es importante que no haya un secuestro del tiempo familiar para realizar tareas escolares ya que las criaturas son personas que deben tener otro tipo de vida además de la vida escolar.  También es importante que en el contexto familiar se eduque a las criaturas para comprender que cuando están en el centro educativo, en la calle… hay unas pautas socializadoras que hay que respetar a fin de favorecer la convivencia.  En este sentido se hablaría de respeto al espacio común, a las personas, saber estar y comportarse según los lugares ya que lógicamente en la familia hay más flexibilidad, más libertad.  Igualmente sería propio de la familia favorecer el aprendizaje de la organización doméstica y de los aspectos diarios que van a favorecer finalmente del propio aprendizaje escolar.

Por su parte el profesorado a veces siente la injerencia de las familias, en cuanto a disciplina, tratamiento de algunos conflictos o inquietudes del tipo “mi hijo sabe contar hasta 100 y usted le está enseñando hasta el 5”. ¿Cómo debe canalizar un padre sus inquietudes en relación a lo que pasa en el aula?

El ejemplo que propone está más vinculado al aprendizaje escolar y académico que no al proceso educativo. Lo que sería de desear es compartir los aspectos que deben favorecer la madurez de las criaturas tanto en la infancia como en la adolescencia. Es posible que el tratamiento de los conflictos o las pautas de comportamiento sea diferente en la familia y en la escuela ya que en la escuela hay 25 criaturas en la misma aula y en el conjunto del centro educativo estamos hablando de centenares de personas. Es fundamental que las criaturas entiendan este contexto diferente lo que no debería ser contradictorio con una línea educativa de unos y otros.  Tampoco se trata de que la escuela haga clases tan personalizadas con los aprendizajes ya adquiridos de cada una de las criaturas y el hecho de que no se exijan no quiere decir que se pierdan ni que no hagan otros aprendizajes tan importantes o más que los que llevan de casa.

La presencia de los padres en el colegio se articula principalmente con el AMPA, que cumple diversas funciones según el colegio. ¿Qué debe hacer el AMPA y qué no?

Pregunta muy compleja pero de alguna manera sintetizando es de desear que el AMPA no sea sólo una empresa que organice actividades extraescolares o de apoyo a las fiestas o en alguna actividad sino que pueda haber un debate pedagógico compartido y que se busquen maneras de colaborar que no sea sesgada o excluyente y que a la vez no comporte dificultades tanto de formación, horarias o culturales.

El AMPA en muchos colegios se encarga de gestionar las extraescolares. Algunos padres apuntan a sus hijos casi como una acogida, ligada a los problemas de conciliación laboral. ¿No sería mejor que en vez del AMPA escogiera esas actividades un equipo más especializado que le diera mayor contenido educativo?

El tema que plantea tiene evidentemente connotaciones económicas y puede haber familias que puedan realizar esta actividad de manera muy competente pero sería mejor buscar personas que no puedan estar condicionadas por los vínculos afectivos con las criaturas.  Ciertamente hay un problema en relación a los horarios laborales como se ha dado en todas las épocas y difícilmente se puede pensar que la sociedad asuma los horarios escolares.  El transporte público, espectáculos, servicios y muchas actividades precisamente se llevan a cabo en horarios de tarde, noche o mediodía por lo que las personas que realizan estos trabajos deben poder tener alguna alternativa para favorecer la educación de sus hijos y su cuidado en horario fuera de la escuela.

También hay otra visión de las extraescolares vinculada a una percepción de que algunas disciplinas deberían estar más integradas en el currículum educativo: los idiomas a edades más tempranas, la música, la danza… Algunos colegios a la hora de venderse a nuevas familias en jornadas de puertas abiertas priman precisamente estas enseñanzas. Entiendo que usted aconseja otros criterios educativos a la hora de escoger una nueva escuela, ¿no?

Consideramos que las seis horas que se hacen en la escuela constituyen el horario suficiente para una criatura y es muy poco adecuado hacer más actividades que exijan atención y un esfuerzo intelectual más allá del horario escolar. También es cierto que en las horas de escuela no se pueden hacer, con una cierta profundidad, algunas actividades altamente educativas y necesarias para el desarrollo infantil como pueden ser: la actividad física, deporte, actividad musical, canto coral, teatro, actividades artísticas y gráficas, juego y un largo etc.
Algunas  de ellas pueden hacerse en el contexto familiar pero en el momento en que se busca una situación en la que participen otras criaturas se favorece una socialización más amplia no condicionada por rendimientos escolares sino que permite compartir intereses y aficiones y descubrir otra realidad, hecho altamente educativo ya que genera vínculos diferenciales de los escolares.
Por ello la elección de centro educativo creo debería centrarse más en las relaciones que puedan establecerse, la metodología que pueda ser participativa, cómo se generan motivos de intereses para aprender, más que con nuevos reclamos que seduzcan a las familias.

A veces el ansia de los padres porque la escuela no enseña lo suficiente se traduce en las prisas por suplir esas posibles carencias desde casa. ¿La familia también ha de transmitir contenidos y procedimientos o es mejor que centre sus fuerzas en los hábitos?

No tiene ningún sentido reforzar la idea de los aprendizajes escolares porque puede finalmente transmitir a los hijos que sus padres valoran más los que saben que lo que son. Lógicamente se pueden transmitir y se deben transmitir aficiones, aspectos culturales, interés por la música, por la cultura propia, familiares, así como la cultura del contexto en el que se vive. La familia puede sin duda favorecer el aprendizaje de los aspectos necesarios para la vida cotidiana: compra, cocina, economía,  cuestiones domésticas, formularios, buscar trabajo, biblioteca, museos… ya que hay un sinfín de conocimientos que la escuela no puede transmitir de forma sistemática. Finalmente si se focaliza en saber de las criaturas en el aprendizaje escolar parece que es más para lucimiento de la familia que por interés y comprensión de las criaturas.

Veo en sus textos que la educación familiar debiera ser un equilibrio entre autoridad y afecto, donde ni autoridad es autoritarismo ni afecto es coleguismo. ¿Cree cierta la percepción de que hoy hay padres con mayor tacto?

No entiendo mucho el significado de un “mayor tacto”. Ciertamente si pensamos en el sentido de las palabras la autoridad es imprescindible para ofrecer seguridad y en muchos casos será la garantía para que la criatura siga el proceso educativo y no esté sometida a sus deseos, intereses o dificultades.  Precisamente por el amor es preciso mantener esta autoridad. Por otra parte, el afecto no es sobreprotección ni simetría ni coleguismo que es propio de las amistades.
Con las criaturas, por lo tanto, hay afecto, aceptación y un amor que permite establecer vínculos y la autoridad debe ser amable pero con serenidad y constancia.

¿Y más informados? ¿O cree que tanta información contribuye a la desinformación?

Cuando se recibe información si hay análisis no deberíamos hablar de exceso de información. La desinformación se da en el momento en el que vamos aceptando cada una de las nuevas aportaciones sin que haya una reflexión y no se haga una comparación con la realidad. La educación es un proceso de larga duración y cualquier decisión debe tomarse valorando no sólo las repercusiones inmediatas sino también las de medio y largo plazo.

Howard Gardner, el teórico de las inteligencias múltiples, dijo en una entrevista que “las madres ayudan a proteger al niño del mundo y los padres a conquistarlo”. Hay quien opina que el nuevo modelo de padre se acerca a la idea tradicional de la madre. ¿Cree que madre y padre tienen el mismo papel educativo?

Esa mirada de Gardner es anacrónica ya que las madres obviamente favorecen la adaptación al mundo y no es el rol masculino adicional de la conquista como si estuviéramos en la Edad de Piedra. Uno de los problemas que provocan desinformación es precisamente asumir frases lapidarias como si fueran verdades permanentes y estáticas. Estamos en una sociedad diferente tanto por la formación de hombres y mujeres como por las categorías profesionales, los roles que van modificándose porque se ha constatado la desigualdad anterior fruto de una mirada sesgada del rol de cada sexo.
Cuidar a las personas no es patrimonio femenino y abrir caminos no es patrimonio masculino, de aquí que es importante que veamos que el papel educativo es idéntico en uno ya que se trata de modelos de personas adultas que sabe adaptarse. Afortunadamente es evidente que la afectividad masculina y la autoridad no son patrimonio masculino.

Unos miembros de la familia que han cambiado su rol son los abuelos. En muchos casos ha desaparecido la idea de la visita a los abuelos como algo especial, con baúles llenos de recuerdos y álbumes familiares y cuentos contados al calor del fuego. Hoy muchos abuelos son el principal familiar que se ocupa de los niños, de llevarlos y recogerlos, de darles de comer y merendar, de llevarles al parque o a la biblioteca. Usted, que ha dedicado libros a este tema, es muy crítica con el uso y abuso de este rol por parte de nietos y padres…

Ciertamente ha cambiado el rol de los abuelos entre otros motivos porque hay mayor longevidad, mayor calidad de vida y, por tanto, mayores oportunidades para poder vivir esta etapa de la vida en condiciones y no tanto anclados en la casa familiar de la que apenas salían.
No se trata de olvidar los recuerdos que tiene la memoria familiar a partir de la experiencia de todas las generaciones ni tampoco se trata de minimizar las historias que los abuelos puedan explicar tanto de su infancia como de sus experiencias. Precisamente con muchas de las prácticas actuales se está invisibilizando este rol propio de la llamada generación mayor en el momento en que se le exige que asuman el rol educativo de aprendizaje control y exigencias de la vida cotidiana.
La etapa de la vejez debería vivirse de forma satisfactoria y en el caso de desear cuidar de los nietos podría ser una alternativa siempre que no haya más exigencia y por tanto crítica de la manera en cómo la realizan. Igualmente deberían considerarse las necesidades tanto de salud como de socialización y culturales que tiene la generación mayor porque en muchos casos hay una exagerada presión para atender las necesidades de los nietos y no se considera el cansancio y que en el momento en que los nietos han crecido han perdido muchas oportunidades.
Igualmente en el caso de cuidarse de los nietos debe garantizarse su colaboración y sobre todo el respeto y la consideración hacia los acuerdos y sus necesidades.
El respeto y agradecimiento de los hijos hacia sus padres es otro de los factores relevante en este sentido.
Debido asimismo a las ofertas sociales es importante garantizar que los abuelos dispongan de tiempo para poder realizar actividades de ocio grandes y la relación que les puedan ser satisfactorias para su calidad de vida y para mantener todos sus recursos y su vitalidad.

Me gusta mucho una imagen suya de que educar es una continua lluvia fina. Todos los padres hemos tenido tormentas torrenciales y arrepentimientos. ¿Usted en lo personal ha tenido esos sentimientos de duda, de arrepentimientos y se ha dicho “y pensar que yo escribo y hablo sobre esto”?

Evidentemente, escribir sobre un tema favorece la reflexión y favorece muchos momentos y exige un análisis con el máximo de profundidad y honestidad sobre lo que se habla especialmente cuando no se trata de una novela o de una fantasía sino de un tema tan importante como la educación. 
Precisamente por esto rehúyo de dar lecciones y de frases contundentes como si fueran verdades absolutas. Mi punto de vista parte de mis propias dudas, tanto como maestra por los años que he ejercido en todas las etapas educativas, como personales, derivados del día a día, de los debates realizados con diferentes profesionales, trabajos en grupo, análisis, dudas propias, certezas y posiblemente por una cierta perspectiva que te dan las experiencias. De aquí que creo que hay que respetar al máximo a las criaturas y adolescentes y jóvenes porque la educación es un acompañamiento y no sobreprotección, es respeto, es ofrecer criterios y mostrar una propia práctica de vida para que puedan tomar sus decisiones con libertad. No es anticiparse sino estar a su disposición pero con el respeto propio que merecen por ser personas diferentes que tienen el derecho de vivir su vida de acuerdo o no a los criterios familiares.
 Vivir no es tener certezas si quieres estar en este mundo abierto a la realidad y tratar de tomar decisiones de acuerdo con las creencias navegando en un mar de dudas y procurando revisar sin angustias con el mínimo de culpabilidades para poder continuar tomando decisiones y abriendo camino.